Hoy me siento profundamente triste y sin embargo sé que he sido una persona afortunada. Afortunada porque tuve ocasión de conocer a Santos Villanueva, porque pude trabajar con él y porque aprendí mucho de la persona y del político. Santos ha dejado huella en todos los que le conocíamos, porque su impecable trato, su exquisita educación, su categoría humana, prenden en la persona y no se olvida con facilidad.
Sé que es fácil caer en el halago cuando alguien desaparece, pero lo mejor que se puede decir de Santos, es que todo lo que se ha dicho de él es verdad y eso debe ser un orgullo para los suyos. Santos no entendía la vida como una competencia, ni la política como una lucha por el poder. Sabía que la vida era para vivirla intensa, profundamente, con cabeza; y que la política era la herramienta más útil que existe para afrontar los problemas de la sociedad y para cambiar lo que está mal en ella. Entendía la política como vocación de servicio y por eso decía que lo importante es trabajar. Él lo hacía, y casi siempre se quedaba en la retaguardia... Pudiendo ser el primero, se situaba al lado, vigilante, al margen de fotos o titulares grandilocuentes. Eso le hacía más persona, más político... Y luego estaba su capacidad para entender, para comunicarse con las personas a través de la palabra amable, del gesto de ayuda que siempre prestaba a manos llenas con la personalidad del que no necesita la soberbia para decir las cosas como las siente.
Santos Villanueva es historia de la política en Castilla y León y es, sobretodo, un inmenso recuerdo, todo un SEÑOR en la política... Su tono pausado, su porte juvenil y vital, su sentido del humor, acomp añados de la seriedad y el rigor en lo que se empeñaba, hacía que quienes le escuchábamos tratáramos de aprender siempre, de comprender y entender que merece la pena trabajar al servicio de lo ciudadanos.
Ya no compartiremos reuniones. Ya no recibiremos la cordialidad de su saludo o de sus despedidas. Ya no hablaremos de estrategias, ni de informes, ni de su pasión por la vida... Una maldita roca le segó la vida este fin de semana. Murió como vivió, con intensidad, con fuerza. Ahora nos queda su trabajo, su forma de entender las relaciones humanas, la enseñanza de que merece la pena hacer las cosas bien par a los demás. El PP pierde a una persona muy valiosa, un superclase, su familia pierde a un hombre excepcional, quienes pudimos trabajar con él perdemos un compañero inigualable. Santos, descansa en Paz, siempre estarás en la memoria de quienes tuvimos la inmensa fortuna de conocerte. Hasta siempre.
martes, 24 de agosto de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Mal regreso de vacaciones.Se vé que era una persona muy querida por vosotros.Descanse en paz.
ResponderEliminarLa vida se caracteriza por ser bastante injusta, los buenos se van y la morralla se queda.Si eso pasa en la vida,más pasa en la política que es una actividad envilecida por muchos y ennoblecida por unos pocos.Éste seños,por lo que dices,era de los pocos.Una lástima perder gente así.Que Dios lo tenga en su gloria.
ResponderEliminarEl Secretario era todo un caballero.Lo era con todo el mundo y eso ha quedado en evidencia estos dias.Quienes pudimos trabajar con él suscribimos todo lo que escribes en tu emocionante nota.Tenemos su recuerdo y su saber hacer,lo que nos ha enseñado y lo que siento es que nos dejó muchas cosas por legar.La política de Castilla y León ha perdido a uno de los mejores,el PP me temo que ha perdido la oportunidad del cambio y la sociedad se queda sin un superclase,sin duda una buena definición que le haces.
ResponderEliminarTu sentimiento Mireia es compartido y me sumo a él con la misma emoción con la que tu lo has escrito.Gracias.
Según se dice, este señor era "humano" en su amplia acepción.
ResponderEliminarUn poco más de "humanos" necesitábamos en política en lugar de tanto tecnócrata a ultranza.
Además ha pasado a otra dimensión practicando un deporte que humaniza a las personas.
Saludos.
Fdo.: J.Robles