Debates que sólo dañan.

Urge poner coto a la agitación que tenemos en la vida política española. Un país en crisis no puede estar distraído con casos que además, lo único que hacen es minar más la moral de los españoles y su desconfianza en la vida pública.
Con ello no quiero decir que haya que restar importancia al Caso Gürtel, que la tiene y mucha, o al procesamiento de Garzón, que también. Pero en la discusión sobre estos asuntos hay mucho de artificial, para distraer los temas prioritarios de la vida nacional y de paso, el Gobierno logra echar la cortina de humo que tanto necesita para enmascarar su contrastada incapacidad para resolver los problemas.
El Partido Popular tiene la obligación de afrontar el caso Gürtel, sin duda. No puede permanecer por más tiempo de brazos cruzados aplicando exclusivamente argumentarios de comunicación. Debe asumir su responsabilidad y poner los medios para que los mecanismos internos de control no vuelvan a fallar. Debe ser inflexible en apartar de la militancia y la actividad pública a todos aquellos sobre los que recaigan fundadas sospechas de haber utilizado la organización en beneficio propio.
Este caso no sólo perjudica al PP y se equivoca el PSOE al utilizarlo para tratar de lavar su imagen por el montaje de la trama Filesa. A parte de ser dos asuntos muy diferentes (uno es el enriquecimiento de unos desahogados y el otro es una trama de financiación ilegal en toda la regla), este “y tu más” en el que ha entrado el debate político entre unos y otros, genera rechazo en los ciudadanos y pone al pié de los caballos a quienes trabajan en política; porque en la vida pública hay mucha gente, una gran mayoría, que están con dedicación, desde la honestidad y la entrega... Y hablo de personas, no de partidos.
Muy perjudicial para la imagen de la justicia es el procesamiento del juez estrella. Garzón ha considerado que su rango le da derecho a tener competencias sobre todo lo que se le antoja y han sido sus compañeros los que le han dicho: ¡basta!. Todavía tiene dos causas pendientes, pero la acusación de prevaricación que ya pesa sobre el juez, es la más grave que pueda imaginarse. Para él deben regir las mismas normas que para todos y su suspensión debe ser inmediata. A Gómez de Liaño, la suspensión le llegó antes de que se resolviera su recurso y además con la oposición del fiscal.
No por haber hecho grandes servicios, Garzón está por encima de la ley y ésta es la que hay que aplicarle. El debate político sólo es una maniobra de distracción para que aparezca como un víctima.
Los partidos deben ser conscientes de que agitar estos asuntos no benefician a nadie, no tienen rédito electoral. Mucho menos deben ser usados para distraer a la opinión pública de los problemas realmente graves. Y desgraciadamente España los tiene: el paro, la desaparición de empresas, el déficit público...