Los tiempos de Rajoy.

Se mire por donde se mire, el mandato de Rajoy al frente del PP está resultando una gran carrera de obstáculos. Sobre su gestión hay controversia, porque unos piensan que el “galleguismo” que practica le está dando buenos resultados; sin embargo no faltan voces que critican su dilación en la toma de decisiones y la ausencia de sus “puñetazos encima de la mesa”, algo que parece ser habitual en la acción de mando de los partidos políticos.
Sea como fuera, cada uno es como es y Rajoy opta por la acción tranquila, sin grandes sobresaltos, pero que lleven a la resolución de los problemas. Lo hizo con el delicado tema de Caja Madrid y parece que lo está haciendo en el caso Gürtel donde, como dice Basagoiti, le ha tocado la dura tarea de hacer limpieza en el partido.
Todos los asistentes a la celebración del 20 aniversario del Congreso de Sevilla sabían que Rajoy había sido el artífice de la salida de Luis Bárcenas del partido; porque allí era un secreto a voces la reunión que ambos habían mantenido la tarde anterior para convencerle de la necesidad de que dejara las filas del PP y no dañar más la imagen de la organización. Opta Rajoy, una vez más, por no buscar la confrontación y dejar abiertas heridas que a la larga sólo le traerían más problemas. La salida del partido horas más tarde de Merino, pone de manifiesto la corriente de que todo aquél que aparezca imputado en este asunto, va a tener que causar baja en la organización. Lo normal y un acierto, porque no es permisible que alguien que está bajo sospecha fundada, y las imputaciones lo son, deba permanecer en el seno de la vida del partido.
El PP tiene ahora una ocasión de oro para demostrar que el techo de cristal del que tanto habla es una realidad y que la aplicación, sin contemplaciones, de las medidas disciplinarias en el partido es un hecho. Por este camino encabezará el necesario movimiento de regeneración de la vida política, que debe esforzarse por mejorar su imagen ante los ciudadanos; porque la sociedad se forja con el esfuerzo común y ese esfuerzo se escenifica en el apoyo en las urnas emitiendo el voto. Jamás se debe olvidar que el gran peligro de la democracia es la abstención y contra ella sólo se lucha con la eficiencia y la limpieza en la gestión. Rajoy ha de tenerlo muy claro.