Yo... sigo.

No resulta fácil sacar conclusiones de un debate que sólo ha servido para convencer a los convencidos y que ha dejado indiferentes a la gran mayoría de los españoles... Se ha perdido, una vez más, la oportunidad de acercarse a los ciudadanos y hablar con convicción de sus problemas; sobretodo de las posibles soluciones... Ya me fastidia haber acertado en mi presagio de que los líderes subirían a la tribuna a hablar de lo suyo, pero reconozco que en mis previsiones estaba pensar que el Presidente del Gobierno haría análisis y cierta autocrítica, algo que no apareció ni por asomo en sus palabras; al contrario, hubo complacencia con el trabajo realizado. No lo hizo, porque Zapatero volvió a demostrar que es un político cortoplacista, sólo preocupado de lo que ocurrirá mañana y sin una mínima visión de lo que puede depararnos el futuro.
Desde el minuto uno Zapatero quería hablar del Estatut, quería contentar a los suyos en Cataluña y hacer constantes y directos guiños al nacionalismo catalán, en un intento de mejorar posiciones de cara a eventuales apoyos necesarios. Por si acaso, no descuidó el ala peneuvista (y mira que da miedo eso, por lo que puede suponer para el pacto Psoe-PP) con el que dio a entender que ya tiene algo acordado de cara a los presupuestos del 2011. El resto, descalificaciones al PP, recuerdo a Rajoy de sus derrotas electorales, acusaciones de falta de colaboración, demagogia sobre el favor que la crisis le hace al PP, etc, etc... Nada nuevo en el horizonte, ni una sola palabra, ni una sola medida, ni una sola propuesta. Eso sí, para que nada falte, muchas palabras de esas que suenan bien: consenso, apoyo, ayuda, colaboración, compromiso... En definitiva, más de lo mismo.
Rajoy aportó la novedad de no jugar a la ambigüedad. Muy alto y muy claro, dijo que son necesarias elecciones anticipadas y puso en evidencia todos los errores de la época Zapatero. ¡Y mira que hay errores!... Su momento fue decirle al Presidente que España tiene solución, pero que él no la tiene. Se equivocó al negar explícitamente todo apoyo al PSOE para salir de la crisis. Tiene razón en el fondo, pero las formas no fueron las mejores... El Zapatero más demagógico se empeñó en demostrar que el PP juega a destruir, que se aprovecha de la crisis, que para el PP “ cuánto peor mejor”...; latiguillos mil, que Rajoy desmontó al afirmar que hacer oposición no es dar un cheque en blanco al Gobierno, que es lo que en realidad quiere Zapatero.
El tono doctoral de Duran y Lleida ya no sorprende a nadie. Censura sin pudor al Gobierno, para acto seguido advertir que no apoyará ninguna censura que pueda evidenciar lo que dice y mantiene su posición de “sí pero no, por si acaso”...
Lo dicho, el debate fue una oportunidad perdida para todos. Se cierra el curso político en medio de una gran crisis y la gran incertidumbre de lo que nos deparará la última parte del año. Sabemos que Zapatero hará lo que sea para apalancarse en el poder y para piensa violentar a los nacionalismos. Sabemos que su irresponsable cortoplacismo resta seriedad a España y esa falta de seriedad y la falta enorme de confianza, son un lastre que si no limitamos o eliminamos, nos llevará al abismo, o lo que es lo mismo, a ralentizar nuestra recuperación... El PP alumbra una nueva estrategia, pero tal y como están las cosas Zapatero hará como Joe Rígoli, aquel humorista de finales de los 70: “Yo... sigo”.