Bronca en el Senado.

La sonora bronca que protagonizaron los grupos parlamentarios del PSOE y del PP en el Senado, durante la sesión de control al Gobierno de esta semana, demuestra hasta qué punto está crispada la vida política y hasta qué punto se ha deteriorado la imagen del Presidente del Gobierno. El espectáculo fue tan poco edificante, que hasta el Presidente de la Cámara pidió perdón a los ciudadanos por lo que acababa de suceder.
No tenemos por qué asustarnos de la dureza de un debate parlamentario, por muy fuerte y crudo que sea el debate dialéctico entre las partes. Lo que no es de recibo es la pérdida de compostura de los parlamentarios, que acabaron por confundir la Cámara Alta con un patio de colegio donde parecía que de lo que se trataba era de jalear al pandillero de turno. Los gritos de “dimisión, dimisión” desde una bancada, contrarrestados por los de “Gürtel, Gürtel” desde la otra, demuestran que el Presidente del Gobierno ha perdido autoridad, que el respeto político que es capaz de imponer es mínimo, y que su proyecto está vitalmente agotado. Frente a un Pío García Escudero sólido, calmado, reposado, muy incisivo en sus planteamientos; apareció un Zapatero desencajado, con un tono de voz alto y con el único argumento de la descalificación y el de “perdieron las dos pasadas elecciones y perderán las próximas”. Todo un argumento de peso esgrimido por quién acababa de acusar al PP de estar sólo pendiente de la convocatoria electoral.
Lo malo del "síndrome de la Moncloa" es el aislamiento, la pérdida de la perspectiva del terreno, lo que se apellida como la “soledad del poder”. En él han caído todos los presidentes, pero Zapatero lo adquirió apenas llegó al Palacio. Lo suplió con su "buena estrella", ésa que se ha apagado con una insólita rapidez, y que espera recuperar de la mano de la rendición de las armas de la banda terrorista ETA. El camino que está recorriendo el Presidente es penoso y le ha envejecido de forma muy notable; y lo que ya se constata es que empieza a sentir el aliento de la crítica desde su propio partido, algo impensable hace unos meses. Nada de esto debería sobrepasar los límites de la vida interna del partido político en el que milita, lo que sucede es que el desbarajuste es tal, que nos está afectando a todos los españoles en nuestro día a día y en nuestra perspectiva de futuro. Parece mentira que tengamos que admitir que nuestra tabla de salvación ahora, es que estamos bajo la atenta mirada de la vigilancia internacional; un precio que se me antoja demasiado, porque condiciona nuestra imagen exterior, la confianza en nosotros de los mercados internacionales y el futuro como país puntero en el motor occidental. Mientras tanto, el Zapatero y los suyos bailan la Yenka: “Izquierda, derecha, delante, detrás... un, dos, tres!!!!”.