Nada más rico que una lengua. El vehículo de comunicación por excelencia. Nada más importante que hacerse entender, que tener un instrumento que traslade a los demás lo que pensamos, lo que somos capaces de maquinar, la expresión de nuestros sentimientos. Con las palabras somos capaces de amar, de reñir, de explicar, de emocionarnos o de transmitir nuestra pena. Esa es la magia de las lenguas, hacernos entender, hacernos vivir. Cuando esa magia desaparece, cuando esa magia se pierde y las palabras son fuente de confrontación, de controversia, es que algo no funciona. No es el lenguaje lo que falla. Somos quienes lo empleamos que no somos capaces de entender para qué sirve.
Cada día trato de explicaros lo que pienso sobre algunas cosas de la vida. Trato de buscar palabras que se comprendan, que os lleguen a los lectores, y vosotros, con la misma lengua, asumís mis planteamientos o los criticáis porque pensáis que lo que escribo no coincide con vuestra forma de pensar. Es la magia maravillosa del debate... Me contestáis desde muchos puntos de España, entre ellos mi querida Cataluña y me consta que también hay gente que escribe desde Galicia o el País Vasco. Pero nos entendemos en nuestra lengua común, que es un maravilloso vehículo de comunicación que nos une... incluso en la discrepancia.
Lo que está pasando estos días en el Senado es algo que me produce profunda tristeza. Me la produce porque demuestra lo poco que estamos dispuestos a hacer por entendernos. Es falso que el debate sea si tiene o no que haber pinganillos en la Cámara para la traducción simultanea o cuánto cuesta semejante tontería. Lo que sucede es que el Senado se ha convertido en un babel que no es lingüístico, sino intelectual, de convivencia, social, y eso sí que es difícil de resolver. Con la que está cayendo en este momento en España, con un déficit galopante, los ayuntamientos al borde de la suspensión de pagos, con casi 5 millones de parados, con una prima de riesgo disparada, todavía hay políticos que se dedican a exigir una traducción simultánea en el Senado para las mociones en todas las lenguas autonómicas, cuando minutos más tarde esos mismos políticos salen al pasillo y discuten entre ellos sobre lo acontecido en el idioma común o hablan con los periodistas en esa misma lengua. ¿Puede haber mayor disparate?...
Desde luego en cualquier país del mundo desarrollado que nos observen, no deben dar crédito. España es el único país de lengua española en el que se maltrata el idioma por criterios exclusivamente políticos. El concepto de la lengua madre, tan extendido en Latinoamérica, es para nosotros inexistente. Curiosa paradoja.
Yo hablo catalán. Me siento orgullosa de la lengua de mi tierra de nacimiento. Me expreso en catalán con los míos con absoluta normalidad. Pero no tengo ningún complejo en hablar en español en Cataluña si alguien no me entiende. Ni me molesta que se discuta sobre Cataluña y sus problemas en español, porque lo que realmente quiero es que se solucionen sus problemas. Las comunidades con lengua propia son muy afortunadas, tienen un hecho diferencial y un tesoro cultural de un valor incalculable. Cuidarlo y preservarlo es una obligación política y social. Pero para hacerlo hay que actuar con normalidad, con respeto y con inteligencia social. Convertir el idioma en arma arrojadiza, en elemento de divergencia y no de convergencia, es de una torpeza política e intelectual de dimensiones históricas. Hablar en el idioma regional en la cámara regional es legítimo y hasta saludable. Hacerlo en una cámara nacional, es además de un dispendio, un absurdo, un elemento de distorsión que conlleva una confrontación inútil e improductiva. Que Zapatero, con la que tiene encima, con los problemas que acumula el país, con los problemas que tienen las autonomías, se permita subir al estrado del Senado y se dedique a hacer apología del pinganillo, da la medida de la frivolidad del personaje y ratifica hasta qué punto es ya imprescindible que se vaya a su casa, por la buena salud del país y del propio partido al que representa.
Ya está bien de enfrentar en España por asuntos que no tienen recorrido. Ya está bien de dar alas a los nacionalismos omnímodos que siempre van un paso más allá. Necesitamos sentido común y resolver los problemas que realmente nos saquen de la crisis. Hacerlo en español, en catalán o en euskera es lo de menos... Lo que pasa es que cuando no hay recursos, se acuden a estos divertimentos que acaban siendo realmente peligrosos.
jueves, 20 de enero de 2011
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Tu comentario de hoy no sólo tiene razón,sino que es de un sentido de la normalidad aplastante.Si además lo escribe una persona bilingüe,que defiende al catalán como tu lo haces y que te sientes orgullosa de ello,debería ser un ejemplo para estos políticos que tenemos que son capaces de sacar de quicio cualquier cosa.Hoy eres muy brillante y acertada,logras poner el acento donde hay que ponerlo y eres un ejemplo de sensatez política.Enhorabuena Mireia hoy más que cualquier otro día.
ResponderEliminarEs perfecto lo que dices,mezcla de la estupidez de los políticos de hoy y de la cesión que constantemente se hace a los nacionalismos.Es una pena que se pierda el tiempo en asuntos tan pequeños pero que a la vez dividen tanto a los españoles.De paso si se habla de los pinganillos no se habla de esos grandes problemas que tu hoy recuerdas.Una vez más das en el corazón del problema y adviertes de lo absurdos que somos en este país que todavía se llama España.
ResponderEliminarHay algo mas que añadir a todo lo que tan acertadamente nos comentas hoy.El Senado no vale para nada,carece de utilidad,sus dictámenes son palabras que se lleva el aire,si algo se vota en contra vuelve al Congreso y santas pascuas.Lo más sensato en tiempo de crisis es hacer desaparecer esta cámara inútil que como se ve sólo sive para abrir debate que son absurdos se mire por donde se mire.Pero Mireia que bien planteas hoy el caso y cuanta verdad y valentía hay en tus palabras,que además son un correctísimo español perfectamente puntuado,lo que no suele ser normal ahora en nuestro país.
ResponderEliminarDeberías haber titulado hoy tu artículo verdades como puños,porque no he leído nada más acertado sobre este tema en mucho tiempo.Que tarea la de los políticos que usan la lengua para destruir,para marcar diferencias con el resto y situarse por encima.LO dices hoy y es una verdad incuestionable,las lenguas son para entenderse y cuando no sirven a ese fin,son inservibles,están muertas y eso es lo que le va a pasar a estas lenguas de los territorios,que terminarán por ser injustamente denostadas porque con el tiempo no unen,sino que dividen y no sirven para entender sino para dividir.Me cabe la esperanza de que los ciudadanos son personas más sensatas que los políticos y acabaran por normalizar un uso que los políticos se demuestran incapaces de reconducir.Enhorabuena por tu articulazo de hoy.
ResponderEliminarLas autonomías se están saliendo del tiesto.No sólo son un derroche económico,es que están vaciando de contenido al Estado y además están enfrentándonos a todos.Los políticos no han sabido gestionar una buena herramienta administrativa y la han utilizado con un caciquismo digno de los comienzos del siglo XX.Así no vamos a ningún sitio y el hecho de querer imponer a los demás sus idiomas es el colmo de la desvergüenza,de la falta de rigor y de la seriedad que debe tener la vida pública.Quienes imponen un idioma regional por el puro placer de que se hable en Madrid no se puede tolerar y da idea de la categoría que tienen.
ResponderEliminarUn saludo para ti.
Una piensa que ya ha contenplado todas las bobadas del mundo en la vida pública y sin embargo se da cuenta que hay más posible.Esto del pinganillo va camino de ser el número uno del top ten de la estupidez humana.Hablan todos lo mismo y se ponen aparatos en las orejas por un extraño placer,que no se si les provocará orgasmo o qué,pero lo cierto es que hacen el ridículo más espantoso.España necesita seriedad y rigor y no hacer el idiota hasta límites insospechados.
ResponderEliminarMuy buena reflexión sobre un asunto bastante complicado, bueno que han convertido en complicado. Con independencia del gasto q supone la traducción de fondo se observa un problema q parece que a nadie le apetece solucionar de manera de definitiva. Creo que interesa que exista línea de polémica lingüística que solo genera crispación y separación. Desde Madrid y visto por un ciudadano de "a pie" no se entiende, si bien creo q un ciudadano catalán o gallego podría tener otro punto de vista. En resumen, las instituciones de ámbito estatal no pueden generar controversias lingüísticas y debates estériles. Es perder tiempo y dinero. Algo de lo que no andamos muy sobrados actualmente. Petición utópica: que alguien tenga el coraje político de cambiar esta barbaridad del Senado.
ResponderEliminarAbrazos a todos y buen fin de semana
Sin "animus gonadas tocandi" puedo decir que cuando escucho a un canario o a un andaluz me cuesta entenderles. No digamos a algún asturiano que se pone gallo y me cuenta cosas en jerga que ni yo mismo hablé en la tierra.
ResponderEliminarHay un ánimo desmesurado por hacer distanciamientos obedeciendo a no sé qué amores a la tierra propia cuando no se tiene en cuenta que su tierra también es mía, dicho esto sin ánimo de propiedad y sí en sentido patriótico de la cosa.
Ya he dicho una vez en este blog que en la puñetera vida los asturianos hemos llamado Cuadonga a Covadonga, y ahora veo letreros en dos "idiomas" que así lo indican.
Veo ansias de distanciamiento en los que se quedan, y veo poco ánimo de anexión a los que nos hemos ido. Mi amor por mi tierra me lleva a decir que lo paleto se está haciendo hueco
-creo que ya es una seria falla- reivindicándose por sí mismo aunque sea eso, hueco.
Suelo insistir en la idea de que los que estamos fuera de la tierra tenemos más derecho a reivindicar el hecho de encontrar la patria chica como la dejamos, esto es con ansia de unión y no de distinción.
El paleto hace esfuerzos por sentirse distinto, y de este polvo salen los lodos de los hechos diferenciales.
Antes de que se me olvide: hay quien justifica esto de la "babelia" nacional con el argumento de que en el parlamento Suizo, por ejemplo, se habla con pinganillo por aquello de las cuatro lenguas. Suiza es un caso distinto y no ejemplarizante o modélico. A ver si nos aplicamos el cuento de otros países donde se afanan en buscar encuentros de unión y no de separación. Me gustaría ver a un diputado catalán o vasco defender lo suyo ante un angloparlante, seguro que en ese contexto el diputado catalán o vasco se esfuerzan en hablar la lengua de Shakespeare... o la de Moliére.
Bueno, corto, que ya divago.
Saludos.
Fdo.
Fdo.: J.Robles (perdón por el calentamiento)
ResponderEliminarHacia tiempo que no te leía Mireia pero he de señalar que tu dosis de sensatez,de sentido común son el mejor actio que un partido puede llegar a tener.Tu exposición sobre la importancia de los idiomas y sobre todo para lo que sirven es tan impecable como el conjunto del artículo:Te lo he dicho en alguna otra ocasión que lo que tendrías que hacer es dar el salto a la prensa escrita porque escribes de maravillosa,con tino,con educación, con una prosa que entiende todo el mundo y con unas dosis de racionalidad política que desgraciadamente no existen en la militancia activa de los partidos.Tu PP se pierde una gran oportunidad contigo y debieras intentar actuar como agente activo para difundir postulados que compartimos la mayor parte de los ciudadanos y que la sociedad está deseosa de leer.
ResponderEliminarUn saludo y mi enhorabuena.
Este es uno de los problemas más graves de nuestro país. Se está utilizando nuestra rica diversidad cultural como factor disgregador de los españoles.
ResponderEliminarEsto unido a una educación en la que no se forma a los españoles en nuestro idioma común contribuye a una España cada vez más dividida.
Es admirable como, desde tu amor a tu tierra, defiendes el español como el idioma que nos une.
Enhorabuena Mireia