Móstoles, Mieres, Museros y Almería han sido los escenarios de los últimos 4 casos de violencia de género que se han producido en el plazo de las últimas 24 horas y que elevan a 27 el número de mujeres muertas a manos de sus parejas o exparejas. El dato más demoledor es que de todos esos casos sólo 7 habían denunciado la situación de extorsión y acoso en que vivían, y en alguno de esos casos fueron las propias mujeres las que rechazaron la adopción de las medidas cautelares que les propuso el juez.
Lo más dramático es que estos casos sólo son la punta del iceberg de una verdadera epidemia que la sociedad debe atajar con el mismo interés con el que se toman las epidemias sanitarias que tanto pánico causan. Digo que son la punta del iceberg porque la violencia de género es un concepto mucho más amplio que el asesinato, la muerte física de la mujer a manos de un bárbaro que es incapaz de respetar a una semejante. Es la negación de la condición humana y la eclosión de la bestia que muchos desalmados llevan dentro. No hay razón de ningún tipo para quitar la vida a nadie. No hay razón para maltratar y llegar a matar a una persona a la que en algún momento se supone que han dicho querer y a la que destrozan las más de las veces la vida.
Violencia de género no es sólo fuerza bruta, no es pegar, ni humillar en público. Violencia de género es extorsionar, es vejar, es coaccionar, es impedir vivir en libertad a la mujer. Somos seres humanos libres, no la propiedad de nadie. Sólo pensar que en el siglo XXI hay una parte de la sociedad que sigue pensando que la mujer es un ser inferior a quien hay que orientar, dirigir y controlar, pone los pelos de punta... Da asco, produce repugnancia que existan individuos tan primitivos y tan desconsiderados. La sociedad tiene que ser implacable con ellos y no dar tregua en su persecución. Pero tampoco olvidemos que las mujeres tienen en su mano la gran arma para luchar contra estas situaciones. Hay que vencer al miedo, a ese agente paralizante que bloquea la mente y la voluntad, y que hace que muchas mujeres se queden atenazadas y no denuncien, no digan en voz alta todo lo que están sufriendo. El precio a este silencio, en no pocos casos, es la vida y ahí están para demostrarlo los 27 casos que llevamos en 5 meses de año.
Es evidente que en la lucha por la igualdad hay camino por recorrer. Igualdad de derechos, de oportunidades, de trato. Igualdad incluso en las diferencias que afortunadamente tenemos hombres y mujeres y que tan importantes y positivas han sido para la evolución del mundo... No hay razones culturales, ni de tradición, ni de nada. No hay que transigir con el macho que se considera superior y que impone su criterio por la fuerza bruta, la fuerza verbal, el amedrentamiento o el simple envío de un mensaje de móvil o de correo electrónico. En nuestras manos está luchar y hacerlo con decisión. En nuestras manos está sentir el orgullo de mujer, saber que juntas somos más fuertes y que la denuncia de unas, es el apoyo a otras, es el impulso para acabar con este drama que parece mentira que llegue a los extremos a los que está llegando.
Los poderes públicos han de volcarse y asumir su compromiso. Deben incluso insistir en las campañas para que las mujeres denuncien, para que no tengan miedo, para que exijan sus derechos, que no consientan más humillaciones. Ser mujer es algo muy importante y maravilloso, tan importante como ser hombre. Ambos somos personas, nos compenetramos, nos encontramos, colaboramos, nos enamoramos y creamos la célula fundamental de la familia. Convivir en comprenderse, apoyarse, ayudarse, complementarse. Es entender que la vida juntos no se compra, no se impone, es vida en respeto, una vida en la que buscar la felicidad en común, una vida volcada en entender y respetar, en construir y no en destruir... Pero eso sólo será posible si somos libres, si nos sentimos libres, si tenemos abierto el camino para desarrollar nuestras potencialidades y colaborar en la construcción del futuro. Ser mujer es una aventura maravillosa que ningún bárbaro puede truncar. En nosotras está también conseguirlo.
viernes, 3 de junio de 2011
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Das en el clavo Mireia porque no tenemos que dejarnos vencer por el miedo y hay que denunciar.Yo digo que además tenemos que denunciar todos,las afectadas y las personas que pueden saber que hay mujeres que están siendo acosadas.Toda la sociedad tiene que ser corresponsable de las soluciones y de cercar a los asesinos.Tienes mucha razón en tu exposición de hoy y es algo que afecta a toda la sociedad porque mientras haya una sola muerte por violencia de género es que la sociedad no tiene respuestas buenas para un gran problema.
ResponderEliminarProfunda reflexión la que hoy nos ofreces que debería ser de lectura obligada para todas las mujeres que están aprisionadas por el miedo y sufren en silencio el acoso en el hogar y en no pocas ocasiones en el el trabajo.Denunciar y exigir que la sociedad nos proteja es una necesidad si queremos acabar con este problema,porque no sólo se trata de cambiar la mentalidad y la cultura de muchos bestias,también que sean ellos los que sientan el miedo de saber que no van a quedar impunes.Te felicito por tu comentario y también te pregunto. ¿pero tu cuando duermes,chica?
ResponderEliminarEl día que un hombre sea capaz de sentir todo lo que siente una mujer cuando recibe un golpe de su pareja este drama puede empezar a acabarse.Nadie más que la mujer sabe el dolor que produce,no un dolor físico,un dolor moral,una ruptura por dentro que te hace sentir que el mundo se viene encima y que estás muerta en vida.Sólo cuando se ha sentido algo tan brutal es cuando te das cuenta de lo grave que es esto y de cuanto hay que luchar por evitar que otras mujeres puedan padecerlo.Por eso tiene valor lo que tu nos has escrito hoy,porque somos nosotras las primeras en tener que luchar para que no haya más muertes inútiles e injustas.Gracias Mireia
ResponderEliminarLa violencia de género desgraciadamente tiene su raiz en un creencia general,casi cultural,de que el hombre es más que la mujer,de la superioridad de la furza física y con ello el condicionamiento de las cosas.La mujer para el hogar y el hombre para pensar y para dirtigir,ese marchamo está latente en la cabeza de una sociedad machista que hace un par de guiños a la igualdad pero que no da pasos serios y rigurosos para lograrla.Las mujeres no podemos ser las victimas y está en nosotras acabar con esa situación.
ResponderEliminarMuy buen artículo el de hoy Mireia ya que está alejado de los maniqueismos propios de un tema tan dramático.
ResponderEliminarEstoy convencido de que los hombres que cometen un delito tan atroz como el de maltratar a su pareja son incapaces de amar y de ser amados por una mujer.
Un hombre siempre estará incompleto sin el amor de su pareja. Enseñemos el valor del amor a los maltratadores y dejarán de hacer sufrir a la persona que les ama. Mientras tanto el peso de la ley y la cárcel para ellos.
Buen fin de semana y mucha fuerza Mireia