martes, 2 de febrero de 2010
Mantener siempre las formas...
Cada vez que un micrófono indiscreto capta las palabras de un político, se arma la marimorena. Empieza el debate de si es algo público o privado. Curiosa manera de desviar el debate, porque es evidente que una conversación delante de un micrófono, haya comenzado o no el acto, es algo que tiene un carácter público. Es la diferencia entre lo que se habla y lo políticamente correcto, y traduce lo relajados, a veces frívolos, que se sienten los personajes de la vida pública en todo momento. A estas alturas nadie se escandaliza de nada, pero no es menos cierto que anécdotas como la de Esperanza Aguirre el pasado viernes, no hacen ningún bien a la denostada clase política. Si es un ataque a un compañero, porque es desde dentro; si es una crítica al adversario, porque no es políticamente correcto; y si es un comentario frívolo, porque cómo son los políticos. La lección de este nuevo episodio de micrófonos indiscretos, es que no hay que bajar la guardia y hay que saber estar siempre en todos los sitios. La imagen de los políticos, como los de todo personaje público debe cuidarse al máximo, porque de alguna forma son ejemplos para toda la sociedad. No es un ejercicio de hipocresía, es un ejercicio de educación que siempre debiéramos mantener. Si los españoles empiezan a considerar a los políticos un problema (lo dicen las encuestas) ellos deben ser los primeros en extremar el cuidado de sus actuaciones y de su imagen. Estoy convencida de que hay muchos políticos que merecen la pena, que trabajan por la sociedad y cuya imagen no pude quedar dañada por la ineficacia de algunos gobernantes o la frivolidad de quienes no llegan a servir, sino a servirse. Por cierto, no hay micrófonos indiscretos, en todo caso hay personas que no se comportan como deben ante la proximidad del citado artilugio técnico...
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