La catástrofe de la central de Fukushima copa la actualidad informativa que nos llega desde Japón. Todo parece indicar que la central está fuera de control y que ya hay barras de combustible radioactivo que están expuestas al aire emitiendo partículas radioactivas. 180 personas trabajan día y noche, sin descanso, para intentar frenar más radiaciones y tratar de evitar un daño de consecuencias que no sabremos calibrar hasta que pueda producirse. La situación es grave y compleja, lo que hace que se hayan disparado todas las alarmas y alimentado la voracidad mediática de buscar palabras gruesas, cada vez más gruesas, para calificar la situación. Si ya se ha hablado de apocalipsis, no sé que términos se emplearán si los reactores, Dios no lo quiera, dan origen a una de esas mortíferas nubes de isótopos radioactivos, que de forma silenciosa y casi imperceptible ocasionan deformaciones y el cáncer. Dejemos trabajar a los técnicos y confiemos en los avances de estas personas, que con un punto de heroicidad, tratan de evitar otra catástrofe.
Intentar debatir en caliente, con todo lo que está sucediendo, si la energía nuclear debe seguir produciéndose o no, es un absurdo y no sería riguroso ni responsable. Hay que dejar enfriar la situación para analizar lo que ha pasado, porque lo que sabemos es que la central resistió el terremoto, pero falló la impermeabilidad al agua del tsunami. Mientras tanto, es una buena medida que todos los países revisen la seguridad de las centrales. Apuesto a que en todos los casos esas medidas son las máximas y están operativas. Hay que pensar, lo dijo muy bien Obama ayer, que la seguridad total es imposible y que los accidentes se han producido en muchas actividades y se seguirán produciendo. Ahí es donde hay que trabajar, en la seguridad, porque es un hecho que en este momento el mundo no puede prescindir de la energía nuclear, porque los combustibles fósiles se acaban y además son contaminantes y las energías renovables son claramente insuficientes, además de carísimas, para atender las demandas del mundo moderno.
Pero, ¿qué está pasando en Japón en el aspecto humano? Está muy bien que nos preocupemos por el accidente nuclear, pero parece que olvidamos los muchos dramas personales y colectivos que se están viviendo en el país. Es esa forma hipócrita que tiene el mundo civilizado de afrontar las situaciones de catástrofe, sea natural o producto de una guerra, en la que parece que los seres humanos es lo que menos importa. Fijémonos en lo que está pasando en Libia, donde el sátrapa Gadafi está asesinando con armamento de todo tipo a su población para recuperar el poder, mientras la comunidad internacional discute sin ponerse de acuerdo sobre si debe actuar o no. Cuando la masacre humana, el genocidio que allí se está produciendo se consume, a lo mejor el Consejo de Seguridad de la ONU adopta medidas... que ya no servirán para mucho. Un insólito y lamentable cruce de brazos que la historia demandará con el paso de los años.
En Japón las cosas están mal, muy mal, porque ya van casi 5.000 muertos, porque hay más de 8.000 desaparecidos, porque hay familias que han perdido a prácticamente todos sus miembros y las hay que lo han perdido todo, se han quedado sin nada. Y hace frío, en la costa noreste hace frío y nieva, los damnificados están en las calles por donde vagan intentado localizar a sus familiares o intentado recuperar algo que les permita aferrarse a la vida.
Además está el éxodo que se está produciendo, el intento de salida del país de aquellos que tienen un legítimo miedo a ese enemigo silencioso que es la radioactividad y que mata en silencio.
Bueno sería que este mundo que llamamos civilizado, que a veces es tan insensible, se mueva por algo más que por el puro interés de su seguridad o su ambición, y comprenda que aunque Japón es una sociedad avanzada, preparada para los terremotos (que no tanto para los tsunamis) está sufriendo un drama nacional de tal nivel, que hasta el emperador Akihito se ha dirigido por televisión al país por primera vez en sus 22 años de mandato. No son pocos los japoneses que aseguran que es la primera vez que escuchaban su voz. Japón necesita ayuda, ayuda para las personas, ayuda para reconstruir vidas, para devolver el color donde ahora sólo hay un marrón del barro que impuso la masa inmensa de agua que llegó a entrar con una fuerza brutal y mortal hasta varios kilómetros tierra adentro, arrasando ciudades, pueblos, industrias y vidas humanas, todo lo que pillaba a su paso. Merece la pena detenerse a pensar y a tratar de comprender la tragedia humana, que la hay, y que exige de la solidaridad de todos. El mundo no puede dejar de ser solidario, porque si algo positivo tiene la globalización, es que todos podamos ayudar de forma rápida y eficaz a quien lo necesita... Sé que es una visión idílica, pero es hacia la que deberíamos caminar si no queremos que el tsunami de la indiferencia acabe por devorarnos.
jueves, 17 de marzo de 2011
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No te falta la razón Mireia cuando dejas entrever en tus palabras que hay una carencia de valores,un individualismo que choca con la globalización de la que tanto presumen los responsables políticos de las naciones.De Japón solo interesa si se desprende o no radioactividad,si se apagan los reactores pero no por lo que supone para las personas que allí viven,porque lo que interesa es lo que pueda pasar a los restantes paises.Perder valores es algo que va a dañar mucho a la humanidad.Admiro tu sensibilidad pero ya te digo que esa no es la tónica general,más bien perteneces a una muy grande minoría.
ResponderEliminarCómo Japón es una nación desarrollada de la que se sabe que están haciendo simulacros de terremotos constantemente las naciones piensan que ha habido menos daños que en otras zonas como Haiti.Yo no pienso que se haya perdido totalmente la solidaridad,lo que pasa es que hay la sensación de que Japón no necesita ayuda económica porque es un pais rico y con capacidad de superación.Pero no está nada mal que nos recuerden que hay dramas humanos,.Es lo que pasa en las ciudades ricas que nos olvidamos con mucha frecuencia que también en ellas hay muchos pobres.
ResponderEliminarHemos creado un mundo donde cada uno va a la suyo y donde solo conmueven las imágenes impactantes y desgarradoras.Estas son las menos,porque al principio vimos unas olas gigantes que se llevaban todo por delante,nada que fuera diferente a imágenes de la ficción de películas como Deep Impact,Asteroroide o cualquier otra de catástrofe.Es como si viéramos una ficción o eso es lo que nos fabricamos en el cerebro.Tienes toda la razón en que deberiamos pensar un poco más.
ResponderEliminarDeslizas hoy en tu comentario la hipocresía del mundo con la situación en Libia,donde se está matando sin piedad,donde un dirigente asesina a sus subditos con tal de mantenerse en el poder sin que los dirigentes mundiales sean capaces de intervenir para solucionar el problema.Después de eso Mireia ya no hace falta comentar mucho más sobre la humanidad que encierra la conciencia colectiva,que se suele lavar la imagen cada cierto tiempo y se pone una venda en los asuntos que son delicados o comprometen a los subministros energéticos.Japón se va a reponer porque es un pueblo sabio,pero Libia seguirá bajo la dictadura cruel,corrupta y miserable de Gadafi,que seguirá pisoteando los derechos de los libios con la permisividad del mundo desarrollado que mirará para el otro lado.
ResponderEliminarTe has olvidado Mireia de otro drama,el de los numerosos ciudadanos de otros paises que viven el Japón y han formado allí sus familias que ahora salen del país evacuados por los distintos gobiernos.También son situaciones que rozan con el desarraigo y consecuencia de la tragedia,porque además suelen ser personas con un trabajo asentado que lo pierden y que no saben si sus empresas volverán a operar o si pueden encontrarlo en su país de origen.Pienso que falta mucho todavía para conocer la verdadera dimensión de la tragedia.
ResponderEliminarYo pienso que lo que pasa es que el mundo se mueve más por los desastres en los paises pobres que por lo que le pasa a los ricos.No pienso que sea falta de corazón o solidaridad,las ongs se mueven mucho en las catástrofes y con los paises ricos ellas no actuan y eso puede dar la sensación de que el drama humano es menor.Desde luego vivimos en un mundo egoista pero no debemos olvidar que se lava el egosismo en estos casos de catástrofe.
ResponderEliminarUn buen artículo Mireia muy humano y cargado de sentido lógico de la vida.Nos hemos hecho tan egoistas que ya solo nos fijamos en lo que nos rodea y todo aquello que pueda suponer un problema lo apartamos en la mente para que fuera como si no existiera.Tienen que ser las grandes catástrofes las que nos despierten las conciencias,aunque es verdad que si el pais es desarrollado la conciencia se nos despierta mucho menos.
ResponderEliminarUn saludo.
Lo que interesa a la sociedad es lo que pasa en los reactores y si va a haber un apocalipsis nuclear,el resto tiene menos importancia.Puede que sea una falta de sensibilidad pero en el fondo es la cultura del sálvese quién pueda que es la que está mas extendida entre nosotros.Mientras estos hechos estén en un sitio concreto y no afecten a varios paises no se toman medidas y que cada uno resuelva lo suyo.Estoy de acuerdo contigo en que es un grave error de nuestro tiempo,pero es lo que estamos enseñando a las generaciones que vienen
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