Nunca sabes lo que te depara la vida. Es imposible intuir los caminos, los intrincados caminos que nos va a tocar recorrer... Casi siempre esos caminos nos marcan la ruptura con el mundo soñado en la adolescencia y en la juventud, para dar paso a una vida diferente, que siempre piensas que será la mejor; pero que luego se rodea de los avatares del día a día. ¿Mejor o peor?... Creo que diferente...
Nacemos en el seno de una familia y alrededor de ella giran nuestros primeros pasos en la vida. En ella nos forjamos y nos amparamos. En ella nos educamos y de ella aprendemos cómo afrontar el mañana. En ella surge el germen más íntimo de nuestra persona, la confianza con los padres, los recuerdos más importantes, esos que sólo sentiremos en toda su plenitud cuando llega la hora de las ausencias... Entonces sabemos que nos falta una mirada, el apretón de una mano, el beso de buenas noches y el consejo, tantas veces incomprendido, pero tan lleno de realismo y de buenas intenciones...
Dejamos el hogar de esa familia que nos ha enseñado a vivir y comenzamos a rodar por nuestra cuenta. Damos el salto al vacío en el trapecio de la vida, con la certeza de que hay red y que esa red amparará todos los golpes.
Ese salto a mi me alejó de mi tierra, la de nacimiento; para asentarme en mi tierra de adopción, la de mis veranos, la de los amigos de las vacaciones, la del pueblo que tantas veces fue conversación en casa... Sí, también es mi tierra, pero en estos primeros pasos estoy lejos de los que me auparon en los años de la adolescencia, la de los compañeros de estudios y de los primeros retos del trabajo. Dejo atrás amigos, que seguirán ahí, y busco nuevos caminos, nuevos retos, nuevas metas... y sin darte cuenta, te vas creando otro modelo de "familia". Es entonces cuando experimentas que el término familia no es sólo un término de sangre, va más allá... Familia es todo lo que te genera confianza, amparo, todo lo que te enseña, lo que te curte. Familia son buenos momentos, sentir la felicidad y llenar el alma... Y entonces aprendo que hay una familia que tú eliges, que está ahí, en el camino de la vida, que te espera y te recoge. Es la grandiosa familia de los compañeros, de los amigos, y de gente nueva a la que aprendes a querer, que te reclama tiempo, opinión, cariño... Digo bien, grandiosa, porque formarla es uno de esos dones especiales que uno puede alcanzar en este mundo. Pero al tiempo, es pequeña en extensión, porque la confianza, como las esencias, sólo se valora en pequeñas dosis... y porque vivimos en una sociedad cainita, excesivamente competitiva, donde desgraciadamente se dedica más tiempo a fomentar el recelo, que a buscar la confianza y la amistad.
Siempre hay algo maravilloso en la familia; en la de sangre, que siempre tendrá una consideración especial y muy personal, pero también en la que vamos formando a lo largo de nuestro camino por la vida. Son lazos que surgen por azar, en una coincidencia, pero que se anudan con una fuerza brutal que es muy difícil, e inmensamente doloroso romper... La búsqueda de esta familia es una constante en la vida de las personas y alcanzarla es un gran reto conseguido. Lo importante ahora es sumar más y más, porque en ello está ser un poco mejores y hacer un mundo mejor.
sábado, 19 de junio de 2010
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¡¡Me encanta lo que has escrito!!
ResponderEliminarpero qué costoso y difícil se hace conservar esos vínculos "familiares" con las personas que no son de tu familia.
El tiempo, tan limitado, hace que muchas veces se opte por la familia de sangre en detrimento de la otra. Aunque siempre cuidando de ambas, porque son necesarias. Yo sigo creyendo en la amistad, pero como bien dices, en frasco pequeño...
Bonita explosión de emotividad, sin duda.
ResponderEliminarEl otro día comentaba con unos apreciados que la calidad humana de uno puede verse reflejada con la calidad de la gente de la que nos rodeamos.
Esto quiere decir que cuando el camarero que nos sirve el café o el vino nos dirige una sincera sonrisa; cuando el que nos vende el periódico lleva la cuenta de tus ausencias; cuando tus compañeros de trabajo te cuentan dentro de sus entrañas; cuando el profesor de tus hijos te busca con la mirada en las reuniones de clase...
todo eso son indicadores de la calidad humana con la que vamos por la vida.
Dentro del círculo de entrañables está bien ser variopinto, no viene la calidad por la posición social, viene por la sonrisa gratuita y por el buen gesto sin esperar nada más que otra sonrisa.
¡Es tan barato tener buenos gestos...!
Abrazos entrañables
Fdo.:J.Robles
Brillante y sensible.Encierras en estas líneas mucho corazón.Una delicia.Se ve que hay en ti una gran mujer.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Saludos
Qué gran verdad que no hay tantos amigos.Los que son de verdad hay que cuidarlos porque es sobre los que nos apoyamos.A la vez tenemos que saber ser apoyo para ellos.No es fácil, aunque supungo que la soledad ayuda a ello.Lo que si es verdad es que la familia nos une,la familia nos ayuda y la familia nos ampara.Cuidarla,sea de sangre o no,es algo que nos compete a cada cual.
ResponderEliminarFamilia y amigos son muy importante,pero para mi lo más importante es encontrarse uno a si mismo.
ResponderEliminarLa confianza de la familia se tiene siempre,son los lazos de sangre de los que hablas y que tienen vida propia.Pase lo que pase siempre están ahí.Los de los amigos,la otra familia,son mas complejos,porque entra en juego la vida,los intereses,los sentimientos,los otros amigos.A fin de cuentas la familia de sangre está cerrada,pero la de los amigos es un racimo que se abre más y más y este es un mundo de desconfianza y pasiones.Conjugar ambas,con tan bien indicas,es lo que tendríamos que hacer las personas,pero no siempre es fácil.Tu reflexión es una buena invitación a lograrlo y transmites envidia de como tu lo has conseguido.
ResponderEliminarNo es fácil romper con los apoyos de la adolescencia y la juventud,porque en torno a ellos se monta un mundo que parece que es la auténtica familia.Luego la vida te va enseñando otros caminos y te obliga a romper esos lazos,lo que parece un choque muy grande.A mi me parece que no es fácil a medida que creces hacer amigos en el sentido familiar de la palabra que tu señalas,porque siempre hay desconfianza,intereses y otros muchos condicionantes.Si a pesar de todo consigues tenerlos,no tengas ninguna duda Mireia que eso es una gran fortuna,casi te diré que la mayor fortuna.Si lo has conseguido,es bueno que lo transmitas,porque son valores positivos de los que la vida no está sobrada.
ResponderEliminarTraduces dulzura Mireia y contagias esperanza. Hay alma en tus palabras y también se lee nostalgia. Pero la nostalgia no es mala, nos mantiene vivos los recuerdos y nos enseña que hay cosas maravillosas que siempre están ahí. Son nuestro patrimonio vital y es nuestra experiencia personal, la que no tiene intereses, la que no es profesional, la del interior, que es la que nos vale a la hora de ser nosotros mismos y mostrarnos a los demás, a esos amigos que forman la familia de la vida, no la de la sangre.
ResponderEliminarMe gusta lo que has escrito; describes muy bien lo que sientes, y me identifico. Quienes nos hemos alejado de nuestra tierra, hemos tenido que alejarnos un poco de nuestra Familia, de nuestros amigos y recuerdos, nos sentimos un poco huérfanos cuando la vida y circunstancias nos separa de todo ello, pero mas tarde nos damos cuenta que somos unos afortunados, porque como tu bien dices, surge una nueva familia de amigos, de buenos momentos, de vida para ser vivida y de una tierra que nos acoge para extender nuestras raíces. Es verdad que ha esta altura de la vida es difícil encontrar buenos amigos, pero los hay, que solo compite por hacerte sentir bien, y estar a tu lado en lo buenos y malos momentos.
ResponderEliminarUN SALUDO. MANUEL