Hasta que nos tocó el bolsillo.

Dicen todos los analistas que de las crisis se sale, y se sale reforzado; porque durante las mismas nos despojamos de lo accesorio, para primar lo que es verdaderamente importante. Dicho de otra manera, las crisis nos imponen ser mejores, más competitivos y más eficaces en la gestión. Es verdad que la crisis actual es económica, pero que no quede ninguna duda de que su resolución no es sólo económica, sino que implica a todos los sectores sociales y a las instituciones.
La economía es el gran gurú del siglo XXI. Si la economía marcha, el mundo marcha. Lo que pasa, es que hay muchos tipos de economía y no es precisamente la doméstica o la de las empresas, la que lo condiciona todo. La que manda es la gran economía, ésa que apenas alcanzamos a comprender y que hemos descubierto, precisamente porque ha aparecido la crisis. Hemos incorporado a nuestro leguaje términos como hipotecas basuras, agencias de renting, el riesgo país o colocación de deuda... Conceptos que hasta ahora nos eran desconocidos, pero que parece que condicionaban nuestras vidas de una forma que jamás hubiéramos podido imaginar.
Nuestro estimado Robles enviaba ayer un post sobre la importancia que tiene la educación en la vida. Me sumo a ello y, además, creo que esta crisis nos lo demuestra. Pero no porque no estemos preparados para afrontarla, que también, sino porque una buena y sana educación no nos permitiría que viviéramos tan alegremente al margen de lo que de verdad nos debería interesar. Una buena educación es aquella que nos hace entender que en esta vida no hay nada gratis, no nos regalan nada, que todo hay que pagarlo... Una buena educación es la que nos lleva a utilizar los servicios públicos con responsabilidad, la que nos permite opinar en libertad, elegir a nuestros representantes por convicción y no nos deja llevar por campañas de marketing perfectamente calculadas.
Estoy convencida de que si nos hubiéramos formado en sociedad, desearíamos conocer cada vez más a fondo los temas. Información es formación y a la vez es opinión. Una sociedad que opina es una sociedad más libre, con criterio y por tanto con mucha más fuerza. Es curioso que nuestra sociedad actual es crítica con la propia sociedad, pero sin saber muy bien por qué... Este es nuestro mayor drama. Se prefiere el papel couché al papel prensa, y así nos va. La triste realidad es que sólo nos levantamos cuando nos tocan el bolsillo y hay daños que son muy superiores...
Zapatero ha hecho mucha gracia durante años a un sector de la sociedad, incluídos medios de comunicación, que escuchaban absortos sus obvios y primarios análisis. La "magia" duró hasta que nos ha llevado al caos económico. Nos tocaron el bolsillo... Pues prever estas situaciones es también cuestión de formación y educación académica y social. Todo un mundo por descubrir... ¡Anda que no queda trabajo por hacer en este campo!