Hacer de la necesidad virtud.

Deberán pasar algunas semanas para que podamos conocer el calado real del resultado de las primarias celebradas hoy en Madrid. Hay un ganador, Tomás Gómez, que sale reforzado en su liderazgo en la FSM y en su imagen pública.  Pero también hay un perdedor, José Luis Rodríguez Zapatero, que empeñó toda su fuerza en derribar a Gómez de la carrera electoral interna e impuso a una candidata de su confianza, Trinidad Jiménez, que por segunda vez se encuentra con la barrera de Madrid en su trayectoria política. Y una cosa es evidente: el liderazgo de Zapatero comienza a cuestionarse.
De las primarias socialistas en Madrid, reconozcamos dos cosas. Por un lado, la militancia socialista se ha movilizado de forma muy importante, porque un 73% de participación es un dato muy relevante, y por otro el PSOE madrileño ha afirmado su fortaleza y mejora la imagen interna, lo que se traduce en que Tomás Gómez puede ser más adversario para Esperanza Aguirre de lo que en un principio pudiera pensarse. Un desconocido Tomás Gómez, hoy ya no lo es tanto y ante los ojos de los observadores, puede seguir madurando como un candidato que trate de acabar con la mayoría absoluta de Esperanza Aguirre, objetivo real del PSOE con todo este proceso. Lo único que ha logrado Zapatero, ha sido hacer una campaña de imagen a Gómez impagable.
Los socialistas en Madrid tienen ahora que restañar una herida interna muy profunda, pero también es cierto que el PSOE sabe unirse en los momentos de adversidad y buscar el objetivo común. Las primeras declaraciones de los dos contendientes son, como no podía ser de otra forma, de cierre de filas. También es lógica la felicitación de Zapatero al ganador. Pero es indudable que internamente las cosas no están bien, han pasado muchas cosas y en política estas situaciones pasan factura. Ver a militantes socialistas con pancartas que hablaban del renacimiento del PSOE y del final del zapaterismo, señalan hasta qué punto ha habido más que una simple campaña electoral interna. Hay militantes muy hartos del lastre que supone Zapatero en este momento como líder del partido. Es un hecho que mientras ocupe la presidencia del Gobierno, nadie se va a atrever a plantarle cara, pero hay algo en el ambiente que indica que estamos en los estertores de su liderazgo. La encuesta publicada ayer domingo por un diario afín, que daba una distancia de 14,5 puntos del PP, al que se asegura una holgada mayoría absoluta, pone de manifiesto cuál es el clima social ante un líder incapaz de articular políticas para salir de la crisis e incapaz de apuntalar a las sólidas bases socialistas. Con estos datos, Zapatero puede agotar la legislatura, pero no se presentará para cosechar una derrota segura y contundente.
Zapatero en su peor momento, desautorizado por los militantes madrileños, cuestionado por muchos dirigentes del partido, separado del socialismo que él heredó, tiene cada vez más cuesta arriba enderezar la situación interna. Ferraz se pondrá a trabajar de inmediato y  tratará de hacer de la necesidad virtud, para lo cual no hablará de la victoria de Gómez, sino del ejercicio democrático de las primarias en contraposición a la elección “a dedo” del PP. Hablarán de la fuerza que tienen ahora para enfrentarse a Esperanza Aguirre y ratificarán lo que hasta ahora han negado, que Tomás Gómez es un candidato de la izquierda en la izquierda. Atrás quedarán las acusaciones de que era el candidato del PP y toda la “guerra sucia” que contra él han empleado. La maquinaria socialista es así. Pasarán muchas cosas en el PSOE, porque el partido no se quedará cruzado de brazos con la tormenta que le está cayendo... Zapatero no es ya la solución, es el gran problema, un problema peliagudo.