Este sábado se alza el telón de la 55 edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid, la SEMINCI. Lo hace al término de una semana muy intensa informativamente hablando que, estoy segura, tendrá trascendencia en el futuro inmediato. Bueno será hacer parada y fonda, de la mano del mundo del cine, para buscar el merecido descanso del fin de semana.
La clásica semana del cine de los valores humanos, con su más de medio siglo a cuestas, ha evolucionado a un certamen del cine de culto, donde prima la calidad sobre el espectáculo, lo que hace que sea muy apreciada entre la crítica y el público más entendido, pero se la vea un tanto alejada de la población en general. La apuesta actual es hacia un certamen de calidad, donde también haya el necesario glamour que impone el cine. Sin glamour, no hay cine y Javier Angulo lo ha entendido. Por eso este año, Antonio Banderas, recoge en la gala inaugural la “Espiga de Honor” del certamen por su aportación al cine español. Las fotos en el papel couché están aseguradas.
Ocho intensos días de cine para tocar todos los géneros y revisar trayectorias completas. Ocho días de proyecciones por toda la ciudad, que agarran bien a los amantes del cine y fijan la atención de los medios de comunicación. Y es que el cine es mucho más que el séptimo arte. El cine es parte de nuestras vidas, forjó nuestra mente infantil de la mano de los cuentos más divertidos (o a veces más inquietantes), nos hizo llorar de emoción en nuestra adolescencia, nos hace pensar y nos divierte en nuestra madurez y nos permitirá revisar nuestras vidas dentro de muy pocos años. Escuché muy pronto hablar del cine, porque los “Cines Arroyo” eran los cines de la familia y el primer contacto con el celuloide en blanco y negro en el pueblo. Contaba mi padre que allí contempló sus primeras películas, algunas de forma furtiva y al revés, porque las veía desde la parte trasera de la pantalla. Afortunadamente, la vida me permitió ver muchas películas con él...
El cine es como el maquillaje de la vida, es la ventana mágica al mundo de la ilusión, en todas las acepciones del término. Es el transporte de la mano del ocio hacia las experiencias más espectaculares. En él somos vaqueros, mandamos ejércitos enteros o acompañamos al héroe y nos indignamos con el villano; viajamos a las estrellas o descendemos hasta el fondo del mar o al centro de la tierra. Disfrutamos con la chica que besa al héroe o nos identificamos con el trabajador que sufre para sacar adelante a su familia... El cine nos acerca muchas veces a las historias de la vida. Nos obliga a pensar, nos ayuda a entretenernos, nos distrae y nos evade. Con él aprendemos las historias más fascinantes, nos sumergimos en mundos que nos son desconocidos y últimamente, con gafas sobre nuestros ojos, podemos poner volumen y dimensión a las emociones y a los sueños, a la fantasía y a las historias más reales.
No podemos entender la vida sin el cine, sin nuestro actor favorito, sin la actriz misteriosa, sin esa maravillosa historia de amor, o sin la incomprensible traición o venganza... El cine hace que en nuestra vida haya un trávelling con una dulce música, que nos hace sentir actores de nuestro propio guión. El cine ha marcado tanto nuestras vidas, que llegamos a experimentar la sensación de que lo que nos pasa ya lo hemos vivido, porque creemos haberlo visto en la pantalla.
¡Silencio...!. Las luces de la sala entran en penumbra... Comienza la proyección sobre la pantalla. Abrimos nuestros ojos y nuestra mente, comenzamos a viajar hacia un mundo de fantasía que mientras sucede, se nos antoja real. Nuestra mente se sumerge en una narración que se llevará casi dos horas de nuestro tiempo, donde supimos sentir y detener nuestras preocupaciones, donde aprendimos que la ficción puede ser simplemente... maravillosa. Lo dijo Fellini: “Un buen vino es como una buena película: dura un instante y te deja en la boca un sabor a gloria; es nuevo en cada sorbo y, como ocurre con las películas, nace y renace en cada saboreador”...
¡¡¡Corten....!!!
sábado, 23 de octubre de 2010
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Es verdad lo que dices del cine y en parte comparto tu análisis de la SEMINCI,aunque para mi esta semana más que un festival parece una exhibición de películas que siempre son bastante escasas en los circuitos comerciales.Para los muy entendidos está bien,pero creo que los que somos aficionados normalitos pasamos bastante de estos días.En cualquier caso me sumo a esa visión tan literaria que haces del cine y que es cierto que es una parte muy importante de nuestras vidas.
ResponderEliminarBuen fin de semana Mireia.
Ya que hablas de la SEMINCI que hoy se inaugura,no habrá presencia de la Ministra Sinde,porque de esa forma protesta contra las declaraciones del imtolerante e impresentable alcalde de Valladolid.Pero yo me pregunto que tiene que ver el culo con las témporas o lo que es lo mismo,porque un acto del cine tiene que pagar las salidas de tono del alcalde.Sería que la Sinde tenía cita con sus aliados de la SGAE que estarán tristes porque se les puede acabar el chollo del canon digital,y quería la tarde libre.Como verás Mireia,todo un guión cinematográfico.
ResponderEliminarSaludos
y tu le reiras tambien las gracias al alcalde no???????????
ResponderEliminarTan grave es lo que ha hecho el Sr. Alcade de Valladolid? Ha hecho un comentario como cualquier ciudadano de éste país... (o no nos acordamos de Pedro Castro?... hay que mirarse de vez en cuando el ombligo (sr. Anónimo)
ResponderEliminarEl alcalde ha pedido excusas y punto...pero estoy totalmente convencido de que lo mismo que piensa él lo piensa la mayor parte del electorado. La Sra. Pajín es lo que es y punto. Pese a quien le pese...
Respecto a la Seminci...creo que este país necesita algo más que patrocinar a "teatreros" que al igual que el resto de politicos (estos si que son teatreros de narices)..viven del cuento.