Por más cortinas de humo, el PP sigue ahí.

Los cambios en el Gobierno Zapatero y sus consecuencias inmediatas, nos han hecho olvidar que el próximo 28 de noviembre hay elecciones en Cataluña y que esta cita electoral será el primer termómetro de la situación electoral del país. Aunque se trata de unas elecciones muy específicas, es evidente que permitirán al PSOE medir su desgaste y al PP comprobar cómo va su avance en Cataluña, algo que siempre ha sido imprescindible para conquistar el Gobierno Central.
En las últimas horas se han producido movimientos que nos permiten analizar las intenciones de los contendientes. Hace poco más de veinte días, Montilla firmó el decreto de convocatoria de las elecciones catalanas e hizo un llamamiento a defender sin complejos el trabajo desarrollado por el tripartido durante esta legislatura (ver artículo “Cataluña en la encrucijada”, del lunes 4 octubre 2010). Ahora, apenas 3 semanas después, ha dado un giro copernicano en sus posiciones y ha afirmado que no reeditará el tripartido, porque dice que hay propuestas electorales inasumibles. Es decir, Montilla utiliza la intención de ERC de convocar un referéndum por la independencia, para desmarcarse de la alianza que le llevó a la presidencia de la Generalitat. El anuncio ha producido un alivio tan grande en Ferraz, que Marcelino Iglesias lo ha proclamado en su estreno como nuevo portavoz de la ejecutiva. El PSOE se libera así del lastre que le supondría aparecer ante el resto de España como defensor de posturas independentistas en Cataluña y de paso lanza a CiU el mensaje de que está en situación de "disponible". Si a eso sumamos que desde el PSC se lanzan constantes mensajes para que Artur Mas se defina, y diga con quién pactaría en caso de necesidad, tenemos claramente definido por dónde discurrirá buena parte de la campaña electoral catalana.
Todas las encuestas señalan que CiU ganará con holgura las catalanas, pero hay dudas de si llegará a la mayoría absoluta. El PSC aspira a detener la sangría de votos que vaticinan todos los sondeos y al suavizar su posición, aspira a poder tener algún protagonismo a la hora de configurar gobierno. Mientras, el PP de Alicia Sánchez Camacho espera mejorar sustancialmente los resultados y además poder ser fuerza decisiva para formar Govern. Confía el PP además, en recoger los votos que parece que puede perder, en aras del voto útil, la formación Ciudadanos.
Estoy convencida de que Montilla lo que está haciendo es crear una cortina de humo, porque si el resultado electoral le permite reeditar el tripartito y conservar la presidencia de la Generalitat, lo hará a pesar de que en Madrid pueda meter al PSOE en un serio problema, porque el PSC siempre ha ido por libre y “la mano izquierda” en esta relación, la ha tenido siempre que poner Ferraz.
Hoy por hoy, la estrategia socialista parece cantada y no es otra que intentar provocar a CiU para que públicamente rechace un posible acuerdo con el PP, lo que tácitamente significaría implantar un cordón sanitario virtual que hiciera aparecer al PP como el partido con el que nadie cuenta. El segundo paso sería extrapolar esta situación al panorama nacional y volver a dar la sensación de que el PP está sólo, aislado y que eso actúe sobre el subconsciente del electorado. No debemos olvidar que desde la pasada semana ya funciona a pleno rendimiento el “Comando Rubalcaba”, y como vamos comprobando, lo utilizará todo, absolutamente todo, para apartar al PP... Tiempo al tiempo.